miércoles, 2 de mayo de 2007

Huevos


Cuentan de esa rivalidad eterna, que no tiene fin -pero qué dice. Los de River Plate son gallinas. Los de Boca Júniors, bosteros. Esto se podría interpretar como mujer insensible, elegante, refinada y de buen juego vs hombre rudo, sensible, humilde y ponedor ¡pero qué dice!.Homenaje a Blas Armando Giunta, el número cinco de Boca más famoso después de Rattín. Cuentan que en esos días se decía que el partido homenaje se realizaría en la Bombonera y debido a la crisis económica, la entrada iba a ser un "huevo simbólico", aunque esto no impedía que cualquier fanático pudiera llevar más de un huevo, inclusive una docena o un cartón, si lo deseaba. Simbólico, porque la hinchada siempre lo recordó como "Giunta, Giunta, Giunta, huevo, huevo, huevo". Es que el "número cinco", al igual que el "número diez" siempre fue simbólico en Boca. Otros jugadores que hicieron historia con esa camiseta sin dudas fueron el colombiano Chicho Serna, Alfredo Cascini y Suñé, por nombrar algunos.Esa tarde se vivía una gran fiesta y Blas Armando estaba regocijado que después de tantos años se le hiciera un partido homenaje. La gente también, porque al fin y al cabo, un huevo costaba centavos. ¡pero qué dicee! De este modo, los hinchas fueron depositando cada huevo en enormes canastas situadas en las boleterías. Algunos cartoneros aprovecharon la ocasión para pagar la entrada con cartones de huevos, para facilitar el traslado final de esos huevos a los necesitados. Otros, como ya reiteramos, aportaron desde una docena hasta decenas de cartones con huevos, del modo que si bien fueron setenta mil personas a la cancha, la recaudación final alcanzó el millón y medio de huevos, destinados a los pobres.Sin embargo, la nota policial la dio Ramón Ugatechea, un pollero de la localidad bonaerense de Avellaneda. Por mil razones no pudo conseguir un huevo, ni siquiera fiado ¡pero qué dicee!. Entonces sacó una gallina de su granja y la llevó a la cancha. "El fervor de las tribunas hará que mi gallinita comience a empollar", se dijo. Con la estima por las nubes, llevó su ave -para el colmo, blanco y de garganta roja, como la camiseta de River, a la popular más intransigente de Boca Júniors: no le alcanzaron las palabras para explicar que no se trataba de una burla. En cuestiones de minutos, no sólo la gallina voló en mil pedazos, sino que además fue llevado al puesto de choripanes para dejar sus partes en la parrilla. De este modo, mientras se realizaba el partido homenaje, a la vez se cocinaba la gallina de Ugatechea.No fue su mejor día. Al fin y al cabo, esa gallina también le daba de comer porque formaba parte de su criadero. Pero como todo final, siempre existen pequeños indicios de honor: don Ramón fue el último en irse de la cancha. Con las tribunas vacías y un frío de julio que sacudía los huesos con todo, tras observar con lágrimas el campo de juego apagado durante sesenta minutos eternos, encontró que un huevo lo acompañaba a su lado ¡pero qué dicee!. Curioso, lo agarró y notó cierta temperatura que revelaba algo más que un simple huevo, del modo que lo envolvió con el calor de su bufanda y se lo guardó en el bolsillo, y se lo llevó a su criadero.Meses después, cuando nació el pollito y se le efectuó el estudio de ADN, efectivamente se descubrió que ese huevo era de su gallina asesinada y devorada en la cancha de Boca ¡pero qué dicee!.Para ocultar el dolor con optimismo, don Ramón echó este simple razonamiento con carácter de epílogo: "Será gallina, pero era de Boca".Mi nombre, Alejandro Trapo, para sacarle un brillo no tan distinto a la historia de nuestro fútbol.

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